Entrenar y estudiar. ¿Es posible?

Son muchos los que piensan que entrenar (todo lo que nos gustaría) y estudiar (todo lo que debemos) no es posible, y a veces son los padres los que comenten este error, retirando a sus hijos de las Artes Marciales para que se enfoquen en los estudios… ¿Es esto lo correcto?

La actividad física produce un gran impacto positivo en la salud de los que la practican, proporcionando un amplio abanico de beneficios como lo son el aumento de la autoestima y la energía, la reducción de estrés o la prolongación de la esperanza de vida.

El simple hecho de practicar algún deporte de forma habitual requiere cierto nivel de disciplina y responsabilidad, y el desarrollo de estas cualidades puede contribuir a su aplicación en el ambiente académico.

Se han publicado investigaciones que demuestran que los estudiantes que realizan actividad física regularmente obtienen una nota media un 9’3% más alta que los que no, y que la fuerza muscular y la capacidad motora guardan una gran relación con el rendimiento académico.

Lo difícil de todo esto es la organización del tiempo, ya que una mala distribución de este impide la realización de todas las actividades deseadas.

Para empezara compaginar los estudios con el entrenamiento hay que ir haciéndolo paulatinamente, ya que si nos fijamos unos objetivos muy exigentes no podremos alcanzarlos, lo cual nos llevará a la desesperación y al abandono de dicha actividad. Por esto, podrían invertirse tres horas a la semana para empezar e ir aumentando esta cantidad si te ves capaz de ello.

Algo de lo que me he ido dando cuenta a lo largo de los años es que cuanto menos tiempo tienes, más lo aprovechas. Con esto no quiero decir que dedicarle al estudio una hora diaria sea suficiente y que el rendimiento sea increíble, sino que en mi caso, en las épocas en las que realizaba menos deporte, el tiempo me parecía menos valioso ya que disponía de este en su totalidad. Esta disponibilidad hacía que fuera retrasando el momento de estudio, simplemente porque podía hacerlo.

La planificación, en mi opinión, es la clave. Sin embargo, también he de decir que por muy buena organización que tengas, va a ser duro llevarla a cabo, sobretodo cuando las horas que le dedicas al deporte son más de una o dos.

Este año estoy cursando 2º de Bachillerato, y mi horario ha sido el siguiente:

8:15 – 14:45 Horario lectivo
15:00 – 15:30 Almuerzo
15:30 – 18:30 Estudio
18:30 – 00:00 Preparación de lo que necesito para entrenar, entrenamiento, tiempo de ida y vuelta, cena y ducha.
00:00 – X (depende del día) Estudio

He tenido que renunciar a muchas cosas, como salir algunos fines de semana o dormir las horas que me gustaría, pero no lo considero un sacrificio porque realmente es lo que necesito y lo que me gusta hacer, me relaja, me divierte y me llena.

Si yo he podido compaginar el estudio con el entrenamiento es porque es posible. Así que la próxima vez que no hagas cualquier cosa por “tener que estudiar” o “no tener tiempo”, piénsalo de nuevo: ¿realmente no te da tiempo, o es más fácil no hacerlo? Rétate, inténtalo, y si no lo consigues, inténtalo de nuevo. No se nace haciéndolo todo bien, se aprende mediante el error. Cada “fracaso” te enseñará algo nuevo, y poco a poco irás conociéndote, ya que cada persona funciona de una forma distinta.

Autora/Colaboradora: María Carrión

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María Carrión 15 diciembre, 2018

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